EDITORIAL; Hacer de la dificultad un camino hacia la esperanza

14-abril-2020

La epidemia del COVID-19 ha sumido al mundo en una crisis sanitaria, social y económica de enormes proporciones que está teniendo un fuerte impacto en el conjunto de la población y, en particular, en aquellas personas que se encuentran en situación de mayor vulnerabilidad. Una crisis que no acabará cuando termine el confinamiento, puesto que esta epidemia no será la última. El cambio climático, si no enderezamos el rumbo de forma decidida, favorecerá la aparición de nuevas epidemias y producirá fenómenos que afectarán a sectores muy amplios de la población; las sequías, las inundaciones de zonas costeras, los cambios en el modelo productivo… se sumarán a la desigualdad, la exclusión, la pobreza, el hambre, las guerras y sus efectos o la precariedad de los sistemas sanitarios de la inmensa mayoría de los países.

Esta crisis, que está poniendo en cuestión nuestra escala de valores, nos confronta con la fragilidad de la existencia humana, reordena las prioridades que hemos de establecer y nos invita a pensar sobre la capacidad del mundo que hemos construido para dar respuestas satisfactorias a los retos.

Esta crisis, que nos enfrenta a la realidad de lo que es esencial para el mantenimiento de la vida, evidencia que solo podemos protegernos si todos los demás lo están. Y, de golpe, entendemos que el material sanitario no puede estar en manos de especuladores y reparamos en la importancia de la sanidad pública, la atención social comunitaria y la existencia de redes sociales, así como en la necesidad de anticiparse a los problemas y la importancia del trabajo de muchas personas cuya labor ha sido minusvalorada social y económicamente, como las personas que trabajan en las residencias de la tercera edad, las que trabajan en el campo, las cuidadoras a domicilio, dependientes de supermercados, personal sanitario, personal de limpieza y recogida de basuras…

Esta crisis, que constata la fragilidad o inexistencia de los servicios sanitarios públicos y de atención social comunitaria en la mayor parte del mundo, nos muestra las diferencias y similitudes en los comportamientos de gobiernos y países ante una situación inédita, inesperada, de proporciones mundiales. Hay quien intenta optimizar los recursos y presta más atención a las personas más vulnerables; quien hace gala de insensibilidad, irresponsabilidad e insolidaridad manifiesta; quien opta por el egoísmo nacional por encima del interés de la mayoría (como es el caso de la UE, que pone su existencia en riesgo), o quien aprovecha la situación para dar un giro autoritario.

Esta crisis, que también tiene una dimensión individual, nos enfrenta a nuestros miedos e incertidumbres, a la enfermedad y la muerte, a nuestra capacidad crítica y nos interroga sobre nuestro lugar en esta situación.

Desde acciónenred Andalucía,sentimos orgullo de la respuesta de nuestra sociedad a este reto. Una gran mayoría ha desechado el camino del “sálvese quien pueda” y ha escogido el apoyo mutuo, la responsabilidad, el ingenio ante las dificultades, la exigencia a las instituciones para que estén a la altura de las circunstancias y la solidaridad. Nuestra organización desea empujar en esa dirección, focalizando nuestra acción solidaria en la promoción del cumplimiento de las medidas de prevención, la atención a algunos de los colectivos más desprotegidos (personas en situación irregular, empleadas del hogar, personas que ejercen la prostitución, extutelados, personas sin hogar) y la difusión de los recursos existentes, trabajando en red con otros colectivos, junto con la promoción de los buenos tratos, la resolución pacífica de conflictos y la corresponsabilidad en las relaciones de convivencia y el combate de las fake news y el fomento del pensamiento crítico.

Llamamos al conjunto de la sociedad a sumarse a este esfuerzo, a perseverar en las actitudes responsables y solidarias, a no dejarse seducir por mensajes que pretenden aprovecharse del miedo y la incertidumbre para alimentar el alarmismo o las salidas de corte autoritario e insolidario. Estos mensajes adolecen de falta de realismo y empatía, desprecian las dificultades y límites existentes, buscan chivos expiatorios ante situaciones que nos desbordan y poco contribuyen a avivar la unidad y solidaridad frente a la epidemia.

Se ha dicho de forma repetida en estos días que, momentos como los que estamos viviendo, sacan lo mejor y lo peor de las personas. Despleguemos nuestra mejor versión, a nivel individual y social. Pongamos freno a lo peor. En ese camino nos encontraremos.

Boletín Abril-2020