EDITORIAL: Elecciones europeas. Y ahora, ¿qué?

Los resultados electorales en la UE muestran datos relevantes respecto a la composición de la Eurocámara que invitan a la reflexión sobre el futuro europeo.

Primero, si bien la suma de populares, socialdemócratas y liberales supone mantener la mayoría del 55% (396 miembros), hay que señalar la subida del Partido Popular Europeo hasta los 189 escaños (182 en 2019), mientras que bajan notablemente tanto los socialdemócratas hasta los 135 (154 en 2019), como los liberales a los 79 (108 en 2019).

Segundo, la extrema derecha logra avances importantes, siendo la fuerza más votada en seis países (Francia, Italia, Hungría, Austria, Bélgica y Eslovenia), y alcanzando el segundo puesto en otros seis países (Alemania, Polonia, Países Bajos, Rumania, Chequia y Eslovaquia). Son destacables los casos de Francia y Alemania. En el caso francés, la victoria de Reagrupamiento Nacional (Le Pen) ha provocado la convocatoria de elecciones en Francia. En Alemania, donde la Alianza para Alemania (AfD) ha sido la segunda fuerza tras la derecha del CDU, pero primera en todos los territorios de la antigua Alemania del Este, deja al actual gobierno de coalición en una debilidad manifiesta. Pero también su presencia parlamentaria podría alcanzar la cifra de 180 escaños juntando a los grupos de Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), Identidad y Democracia (ID), y los no inscritos de Alternativa para Alemania (AfD), la húngara Fidesz de Orbán, Se Acabo la Fiesta del español Alvise, y otras formaciones del Este. Esto supondría tener una representación del 25% del Parlamento Europeo.

Tercero, el retroceso sufrido por los grupos de Verdes/Alianza por Europa, que pasa de 74 a 53 miembros, o de The Left-La Izquierda, con 36 escaños obtenidos frente a los 41 de la última contienda electoral, supone un importante traspiés para el desarrollo de políticas medioambientales o de defensa de los derechos humanos. En definitiva, se produce un retroceso de las fuerzas progresistas y un avance de las fuerzas de derecha y extrema derecha.

Cuarto, en lo que se refiere al estado español, la contienda electoral se salda a favor del PP con 22 representantes (9 más que en 2019), pero no ha logrado su ansiada victoria aplastante sobre el PSOE, que obtiene 20 escaños (uno menos que en 2019). Por lo demás, lo más llamativo es la irrupción del ultraderechista Alvise con su partido Se Acabo la Fiesta, ya que logra tres representantes, y alcanza los 800.000 votos. También Vox se sitúa como tercera fuerza con seis escaños. Mientras que los grupos coaligados de ámbito territorial mantienen su representación (3 para Ahora Repúblicas, 1 para Junts, y 1 para CEUS), el fracaso de Sumar y de Podemos con tres y dos miembros electos respectivamente ha generado una importante crisis en la izquierda española no perteneciente al PSOE.  

Este panorama suscita interrogantes sobre cuáles pueden ser las tendencias respecto al desarrollo de la construcción europea, pero también invita a la reflexión acerca del avance de la ultraderecha y, en concreto, al fenómeno de Se Acabó la Fiesta o la AdF alemana, así como la relación entre el voto juvenil y la ultraderecha. Y es evidente la necesaria revisión crítica dentro de la izquierda no socialdemócrata, así como de las fuerzas medioambientalistas.

Así, si bien  el acuerdo de la mayoría parlamentaria para la candidatura  a los cargos de presidencia de la Comisión (Von der Layen), del Consejo (Costa) y Alta representación exterior (Kallas), puede significar cierta garantía de continuidad, la presión desde el PPE para adquirir mayor representación en los niveles dirigentes, y la  exigencia desde los grupos de ultraderecha para obtener representación institucional, son contrapesos a tener muy en cuenta, ya que no es descartable alianzas entre unos y otros grupos para producir giros importantes en los temas que debe afrontar la UE. Pero, sobre todo, el objetivo de la ultraderecha es transformar la UE desde dentro, asentando unos valores contrarios a los que constituyen las bases de la construcción europea. El recientemente aprobado Pacto Europeo de Migraciones y Asilo es una buena muestra de esa influencia del modelo europeo como un ente étnico-cultural homogéneo, que rechaza la inmigración y cierra las fronteras. O la oposición frontal al Pacto Verde, aprovechando el descontento de agricultores por la PAC, fomentando el negacionismo climático. Esto se refuerza con el hecho de que la ultraderecha gobierna en Italia, Hungría y lo va a hacer en Países Bajos. Además, en Croacia, Eslovaquia y Finlandia forma parte de la coalición gubernamental con la derecha tradicional. La posición de estos gobiernos puede afectar a las decisiones comunitarias, por lo que es clave lo que ocurra en Francia, cuyo resultado electoral puede dar lugar a un gobierno de la ultraderecha con una presidencia macronista, y en Alemania. Estos dos países han sido el motor de Europa con un peso importante en la trayectoria comunitaria.

Los partidos de la izquierda europea y los ecologistas se enfrentan a una realidad compleja y desfavorable. Los primeros, si bien han mejorado en Portugal e Italia, han tenido un descenso que debilita su protagonismo en la Eurocámara. Los segundos han sufrido un mayor descalabro, sobre todo en Alemania. En todo caso, ambos tienen ante sí la defensa de los derechos humanos, de un pacto verde para un desarrollo medioambiental equilibrado, de unas condiciones de vida dignas garantizadas por el estado del bienestar o el combate contra la Europa Fortaleza que rechaza la inmigración.

En el caso español, la división de la izquierda del PSOE ha generado una delicada situación que afecta a las principales fuerzas que la componen, pero también a la posibilidad de conformar gobiernos progresistas en un cercano futuro.

El escenario europeo debe completarse con una visión internacional que no hace sino aumentar la incertidumbre y la complejidad de la realidad. El imprevisible desenlace de la guerra de Ucrania y los posicionamientos a favor de Ucrania o Rusia, la invasión emprendida por Israel en Palestina y su amenaza al Líbano, la posible victoria de Trump, la contienda electoral en Reino Unido y Francia, son asuntos notorios junto a los retos pendientes de la UE (inmigración, medio ambiente, financiación, ampliación, armamentismo, política exterior, cohesión social, entre otros).

En definitiva, todo este conjunto de factores nos invita al debate y a pensar sobre como ofrecer un pensamiento crítico y alternativo basado en ser conscientes de esta realidad social influenciada por la ideología ultraliberal donde impera la ley de “sálvese quien pueda”. La tarea es ardua, pero merece la pena intentarlo, ya que nos jugamos el mantener y consolidar los valores solidarios, igualitarios y democráticos para lograr una convivencia social basada en la libertad consensuada colectivamente para equilibrar lo individual con lo colectivo.