Editorial: Y tras la COP26 de Glasgow ¿qué hacemos?
20-diciembre-2021
Tras 26 años de COP (Conferencia
de las Partes), la primera fue en 1994, los niveles de emisiones de gases de
efecto invernadero (GEI) no han dejado de crecer a nivel mundial.
En 1992, en la Cumbre de la Tierra o también conocida como Cumbre de Río, se estableció la creación de la Convención Mundial de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, a la que se acogieron 196 países. Cuando esto ocurrió todavía no había tantas certezas de la influencia del papel humano en las emisiones de gases de efecto invernadero. El panel de expertos sobre cambio climático (IPCC) ya había emitido su primer informe en 1990 y el objetivo de dicha Convención Mundial era “estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero a un nivel que impida interferencias antropógenas (inducidas por humanos) peligrosas en el sistema climático".
Casi 30 años después, y con unos GEI que siguen en un aumento, cerramos la COP26 de Glasgow con la sensación de que todo sigue igual, y nada o poco cambia.
El Secretario General de la ONU, António Guterres, inició la reunión recordando que el objetivo marcado en el Acuerdo de París era no superar los 1,5ºC pero que, según el último informe del IPCC, nos dirigíamos directamente a un aumento mayor de 2,7ºC a final de siglo, algo catastrófico, sino realizábamos un giro inmediato en nuestras políticas de combustibles fósiles. Para acercarnos al objetivo deseado debemos reducir un 45% nuestras emisiones de CO2 antes del 2030, dentro de 8 años.
Tras 15 días reunidos, el Pacto Climático de Glasgow, firmado por casi
200 países, es el primero de este tipo que prevé explícitamente la
reducción del uso y explotación del carbón, el combustible fósil que más gases
de efecto invernadero genera, y la reducción de los subsidios a los
combustibles fósiles ineficientes. La propuesta inicial era la eliminación, no
la reducción, pero India, al final de la negociación, exigió el cambio de
objetivo.
Otro elemento clave ha sido solicitar a los países actualizar a más tardar el año entrante, 2022,
sus metas de reducción de carbono para 2030. También fue incluido en el texto
final la promesa, no la obligación, de entregar más dinero a los países en
desarrollo para ayudarles a adaptarse a los impactos climáticos. Se hace
énfasis en la necesidad de "aumentar significativamente el apoyo" a
los países en desarrollo más allá de los 100.000 millones de dólares al año
comprometidos en París.
Otros acuerdos parciales fueron el que establecieron Estados Unidos y China. Los dos países anunciaron un acuerdo conjunto para hacer más a favor de reducir las emisiones esta década, y China se comprometió por primera vez a desarrollar un plan para reducir el metano, un potente gas de efecto invernadero, muy asociado a la agricultura, ganadería y gestión de residuos.
Los líderes de más de 100 países, incluidos Brasil,
China, Rusia y Estados Unidos, prometieron poner
fin a la deforestación para 2030.
Todas estas promesas podrían
sonar bien hace unos años, pero la situación de emergencia en la que nos
encontramos hace pensar que son insuficientes. Principalmente por su falta de
concreción de plazos y cuantías, la falta de obligatoriedad y el
desconocimiento de la procedencia de los
fondos para llevarlas a cabo.
No queda definido cuántas emisiones debe recortar cada país durante la próxima década y con cuánta rapidez. Se revisará de nuevo en la COP27, en Egipto. Otro año más perdido. Quién otorgará a los países en desarrollo los fondos que necesitan para recurrir a energías menos contaminantes y enfrentar los desastres del clima cada vez más extremos es otro de los temas candentes que ha quedado sin resolver. Y quién compensará los daños producidos por el cambio climático en los países o áreas más vulnerables ha quedado en el aire.
Mientras, la sociedad civil organizada y no organizada ha asistido expectante al desenlace de esta cumbre. Organizaciones sociales y ecologistas, movimientos climáticos (especialmente de jóvenes), científicos y personas de a pie, todavía albergábamos alguna esperanza en que la ansiada COP26 fuera el arranque definitivo hacia un cambio en el modelo, hacia un descenso de las emisiones de GEI a nivel mundial, hacia la eliminación del carbón como combustible fósil de referencia y reducción de los restantes, hacia una transición energética y ecológica real y palpable.
Greta
Thunberg, Vanessa
Nakate, y otras jóvenes activistas climáticas han liderado las
movilizaciones por el clima que se han producido en Glasgow y en más de 200
ciudades del mundo. El lema de los
jóvenes en la cumbre de Glasgow, “not
more blablabla”, deja claro cuáles son las sensaciones y conclusiones de la
reunión.
Los resultados no son los esperados, no se ha producido el compromiso real que la sociedad, o parte de ella, deseábamos. Tendremos que esperar a 2022, para intentarlo de nuevo. Mientras esto ocurre debemos, a pesar de la desesperanza, mantenernos activos, unidos y comprometidos. Las organizaciones que estamos en esta causa debemos establecer lazos más fuertes, generar más movilización y conciencia y trabajar en el ámbito educativo con los jóvenes y sus familias, apoyando sus iniciativas. Los jóvenes ya han demostrado y siguen demostrando que este problema les interesa.
Es nuestra responsabilidad seguir instando a los gobiernos (desde municipales a estatales) a que cumplan sus obligaciones con la ciudadanía. Porque no estamos hablando de “Salvar el Planeta, ni salvar a las ballenas”, estamos poniendo en jaque la continuidad de nuestra especie, la posibilidad de una vida humana que pueda ser vivida dignamente.
Cientos de organizaciones y
personas siguen poniendo en marcha múltiples y diversas acciones que reducen la
contaminación, reducen los residuos y los impactos y generan una forma de vida
más acorde con nuestro planeta y sus recursos. Cooperativas energéticas,
ecohuertos urbanos y escolares, pequeñas empresas de reciclaje y reutilización,
iniciativas para movilidad sostenible, redes de apoyo a personas vulnerables,
iniciativas ciudadanas de revegetación de los espacios, sistemas para reducir
el desperdicio alimentario masivo, y muchas otras acciones son necesarias en
nuestras vidas, y nos marcan una senda a seguir, nos alientan para creer que el
cambio de modelo es posible, no sólo desde el ámbito institucional, sino desde
el ámbito ciudadano.
Por todo ello, desde accionenred Andalucía, seguiremos trabajando y movilizando, creando espacios de encuentro, favoreciendo intercambios, acercándonos a los jóvenes para recoger sus inquietudes y dándole altavoz a las múltiples iniciativas que nos dicen que la transición ecológica es posible. Queremos seguir transmitiendo a la ciudadanía que hay esperanza, que millones de personas ya están en el camino y que, independientemente de lo que se acuerde en las esferas institucionales, seguimos apoyando y trabajando por la transición hacia un modelo más justo y respetuoso con nuestro planeta y con las personas.
APC "La Movilización Verde"
Los previsibles efectos provocados por el cambio climático a nivel mundial empiezan a alertar a gobiernos y sociedad, sin que hasta ahora se estén poniendo en marcha medidas concretas a la altura del reto. En estos días se celebra en Madrid la conferencia COP25 en la que organismos y gobiernos deberían ponerse de acuerdo en medidas de implementación concretas de los tímidos acuerdos alcanzados en la cumbre de París. Paralelo a la lentitud de las políticas, los movimientos y la concienciación ciudadana contra el cambio climático, impulsados principalmente por las generaciones más jóvenes, no paran de crecer a nivel local e internacional.
En el Aula de Pensamiento Crítico "La Movilización Verde" que celebramos el miércoles 11 de diciembre en la Facultad de Ciencias del Trabajo de la Universidad de Sevilla, reflexionamos sobre los principales retos sociopolíticos que se plantean para mitigar los efectos del cambio climático y las respuestas que se están articulando desde las diferentes instituciones y desde la sociedad. Todo ello desde la conciencia de que esta problemática va mucho más allá de la amenaza a los ecosistemas e impactará de lleno en nuestra forma de organización social, nuestro modelo socio-económico y la generación de desigualdad a nivel global y local.
Las conclusiones que emanan de la COP25 no parecen estar a la altura de la situación. Los diagnósticos que allí se comparten son acertados pero las medidas propuestas están totalmente descompensadas con las necesidades que plantea la emergencia climática.
La situación actual apremia a la puesta en marcha de medidas inminentes: energías renovables 100% antes de 2030, reducir y transformar el transporte y políticas de ordenación del territorio sostenibles.
Nuestros gobiernos deben apoyarse en la fuerza que se está generando desde la ciudadanía, reflejada de forma evidente en la Cumbre Social Por el Clima celebrada de forma paralela a la COP25, para afrontar los problemas ambientales con valentía y desde un mismo ángulo, la justicia ambiental.
Todo esto y mucho más formó parte del interesante debate en el que participaron Reyes Tirado (Red Sevilla por el Clima, coordina laboratorio de Greenpeace en Exeter, Reino Unido), Paco Castejón (Consejero del Consejo de Seguridad Nuclear) y Marta Bordóns (movimiento “Fridays for future” Sevilla), moderado por Eduardo Jiménez y Francisco Vega.
Aula de Pensamiento Crítico: Desafíos del cambio climático
El 24 de enero asistieron más de 100 personas a la conferencia "Los desafíos del cambio climático" organizada en Granada en el marco del Aula de Pensamiento Critico. Los ponentes Franciso Castejón y Federico Velázquez coincidieron en dar la voz de alarma manifestando que el plazo dado de 12 años marcados por el panel de expertos del IPCC (organismo que congrega a 3500 científicos de todo el mundo), para tomar medidas que puedan evitar que las consecuencias del cambio climático se vuelvan irreversibles, interpela a toda la sociedad global, desde las naciones y sus gobernantes hasta la sociedad civil, ha tomar medidas reales y urgentes.
Franciso Castejón expuso, como físico experto en energía y miembro activo del movimiento ecologista, que "estas mediadas son posibles ya, como la reducción de las emisiones de gases contaminantes de efecto invernadero que son producidos principalmente por el transporte por carretera (sobre todo el privado). Pero hay muchos intereses económicos en juego que dificultan tomar medidas, el último ejemplo ha sido el fracaso en la propuesta hecha por el gobierno español de limitar los coches diesel para 2040 retirada por la presión de los sectores económicos afectados".
Por su parte, Federico Velázquez miembro de la Mesa por el Clima en Granada, manifestaba que a pesar de que se están dando pasos a nivel local, estos están siendo manifiestamente insuficientes y de cara a las elecciones municipales puede ser buen momento para llevar propuestas concretas a los grupos municipales para que Granada y su área metropolitana deje de ser una de las ciudades que peor calidad de aire tiene.